La idea de -área de juego en descampado- propuesta por el arquitecto danés Carl Theodor Sørensen en 1935 y la de -parque infantil de aventuras- impulsada por la arquitecta paisajista Lady Allen of Hurtwood en Londres, y difundida a varias ciudades europeas después de la segunda guerra mundial sirven para recuperar y significar terrenos residuales o zonas bombardeadas como espacios de juego destinados a la autonomía infantil. En los años sesenta, el niño es reivindicado como sujeto político autónomo, en un contexto dominado por el reclamo del derecho a la ciudad y coincidiendo con el momento álgido de la revuelta del homo Ludens retomando el ensayo homónimo de Johan Huizinga en torno a mayo del 68. Los movimientos de 2011 diseminados por plazas, calles y barrios devolvieron a esos espacios su dimensión pública y democrática. Esta ocupación temporal, articulada por redes virtuales de comunicación, implicaba una reapropiación de lo político y la experimentación de otras formas de organización y vida en común.